lunes, 18 de junio de 2012

MÚSICA Y SENTIMIENTO POPULAR: iAMÉRICA!


COMO EN LOS DÍAS DE FIESTA GRANDE.


Como en los días de fiesta grande. Como en el San Juan viejo. Como en los carnavales antiguos. Como en los diciembres luminosos. Júbilo en el barrio Obrero, farolitos de colores en Siloé, música callejera en Cristóbal Colón y Villa Colombia. Y por doquier caras alegres, muchachas con las prendas domingueras, jóvenes trabajadores hablando recio, radios abiertos sobre la alegría de las plazas y callejones.

Quien quiera conocer lo que significa el fútbol como 
pasión popular, que recorra las barriadas de Cali en la noche de triunfo del América. Puede que sea frivolidad o inconsciencia del pueblo, pero en nada coincide tanto el afecto de nuestras gentes, como en esa divisa roja, que llevamos casi todos los caleños sobre el corazón.

El América, más que un club deportivo, es una tradición. Es la historia del fútbol de nuestra comarca reciente, más profunda. Otros equipos habrá con mejores ejecutorias sociales y más fuertes respaldos económicos. Pero no pasarán jamás de ser un ‘espectáculo’ más o menos bueno, según la calidad de las ‘vedettes’ que contraten. Un ‘espectáculo’ por el cual se paga una boleta. Y nada más. En cambio cuando juega el América nadie va al estadio a divertirse. Se va sencillamente a gozar o a sufrir. A gozar hasta el paroxismo, a padecer hasta la agonía.

Hay algo de misterioso en el anclaje de logran ciertas divisas deportivas en el alma popular. Es el caso de Boca en Buenos Aires, Nacional en Montevideo, Colo-Colo en Chile, Alianza en Lima, Flamengo en Río. Los otros equipos, mejor financiados o menos explotados, suelen exhibir mejores conjuntos y quedar en situaciones superiores en los campeonatos. Pero sus victorias complacen a sus socios y sus derrotas son recibidas con el gesto cortés, propio de las ‘élites’ que saben perder. Mas la explosión popular sólo se presenta cuando en el mástil del estadio asciende la bandera bien amada.


Son las razones del corazón de que hablaba el filósofo. Es la secreta correspondencia que liga al hombre a ciertas muy contadas cosas. Muchos de los que acompañamos al América desde que nació, porque lo vimos crecer o crecimos con él, que hemos seguido viendo jugar a sus antiguas glorias -‘Canuto’, Célimo, Angarita, ‘Guayaquil’, Dimas, ‘Alicate’-, vamos poco al estadio. Sin embargo, en la temperatura del grito lejano de las graderías populares, sabemos el resultado de los partidos. Son las razones del corazón.


Ignoro si este año veremos al América como campeón nacional. Mucho me temo que comience ahora a funcionar, contra el ‘Jugador Número Doce’, que es el pueblo, el ‘Número Trece’, que es el árbitro, que tan eficaz ha sido en otros campeonatos del profesionalismo. ¿Pero quién duda que este resurgimiento del fútbol en Cali se llama América ?. Pasión más que equipo, amor más que club. Pasión y amor que llevan a nuestro pueblo a llamarlo, como el sambista carioca a su cuadro, con las palabras que se reservan para la mujer: ‘Oh Flamengo, que me haces llorar...!

Alfonso Bonilla Aragón
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